Archive for diciembre 2013

Taller Acerca de Conservación y Restauración

Del 9 al 13 de diciembre se llevó a cabo el taller Acerca sobre Conservación y Restauración de materiales fílmicos, dictado por Clara Sánchez-Dehesa (España), organizado por el Centro Cultural de España en La Paz, en instalaciones del Centro y de la Cinemateca Boliviana. Aquí unas fotografías tomadas por la profesora del taller.


 
Lucho y Cornelio nos muestran su trabajo en la cabina de proyección

Aprendiendo a empalmar

Comprobando la inflamabilidad del nitrato

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Reminiscencias de las familias bolivianas

La Fundación Flavio Machicado Viscarra nos invitó a escribir para El Flaviano, boletín de publicación digital que acaba de salir en su edición Nº46. Les compartimos nuestro texto. 

Pueden ver el boletín completo en este enlace: El Flaviano Nº46

(click en las imágenes para ver más grande)

Reminiscencias de las familias bolivianas

por Carolina Cappa y María Dominguez

En el mes de agosto de 2013 la familia Machicado vino al Archivo Fílmico de la Cinemateca Boliviana para examinar un rollo de película 35 mm que fuera conservado por Flavio Machicado Viscarra desde la década de 1940 y de la que sólo sabían que fue filmada en Chile cuando la familia visitaba a sus parientes. Habían pasado más de 60 años para que en este agosto, y tal vez por primera vez, esas imágenes fueran vistas.

Tres huasos (gauchos chilenos) a caballo atraviesan un valle rodeado de montañas en la zona de Puente Alto, con destino a la opulenta mansión en la que tres jovencitas les esperan. Al encuentro se saludan y las jovencitas les invitan a entrar a la casa, donde finalmente posan para la cámara perfilando su mirada al horizonte fuera de campo. Entre estos jóvenes se encuentran Jorge y Rosa, hijos de don Flavio Machicado, quienes por entonces tenían entre 13 y 16 años. La proyección es presenciada por dos hijos de Flavio, Eduardo, acompañado por su mujer e hijos, y por la misma Rosa, quien revive su juventud plasmada en movimiento y se auto reconoce sin dudarlo. El soporte de la película data de 1946 y es nitrato, material altamente inflamable que fue abandonado por la cinematografía precisamente durante esa década. Para entonces, ya habían aparecido los formatos reducidos como el 16 mm y el 8 mm, gracias a los cuales comenzaron a proliferar las películas amateurs. En este caso, sin embargo, la filmación fue realizada por alguien que tenía acceso al 35 mm, es decir a las técnicas industriales de registro y procesamiento en laboratorio. Esto es lo único que se sabe sobre quien filmó la película.


La película de los Machicado es de las que se consideran como “película familiar o amateur”, es decir aquellas que han sido filmadas para registrar acontecimientos de la cotidianidad de una familia o grupo social. En estas películas el cineasta filma por el placer colectivo de jugar con su familia y con la tecnología del cine, sin pretensiones narrativas y fuera del uso comercial del dispositivo. Son películas que repiten sus temas constantemente: viajes, bodas, nacimientos, cumpleaños, fiestas, mascotas, niños. Suelen caracterizarse por carecer de información respecto a la identidad de su realizador ni de aquellos que son filmados. Tampoco tienen título o fecha de realización y en muchos casos son películas huérfanas, es decir que han sido abandonadas por sus dueños. Y no sólo por ellos; también han sido excluidas de todo relato clásico de la historia del cine. Es que la película familiar no ha sido concebida como una obra o documento para ser exihibido públicamente. Su importancia no está en la narrativa sino en la evocación de un tiempo pasado individual, que en la revisión actual de la historia adquiere otro significado, ahora universal.

Como ésta de los Machicado hay muchas otras películas familiares o amateurs realizadas por o con familias bolivianas, algunas de las cuales forman parte de la colección que conserva el Archivo Fílmico de la Cinemateca Boliviana, con más de 50 rollos de este tipo. Realizadas entre los años 1920 y 1950, la mayoría son películas 16 mm y 8 mm con todas estas características del anonimato. Sin embargo hoy conforman una parte fundamental del Archivo pues a través de ellas no sólo podemos conocer la vida de las familias bolivianas (o al menos de aquellas que tenían el acceso a los medios, ciertamente un número reducido) sino también la vida de la sociedad boliviana de aquellas épocas, de la cual no quedan otros registros fílmicos excepto por esta colección. El cine en Bolivia tuvo un promisorio desarrollo durante el período silente, del que se conservan muy pocos rastros. Las últimas películas del período son Hacia la Gloria (1932, de J. Jiménez, M. Camacho y R. Durán) y, aun cuando fuera posteriormente sonorizada, La Guerra del Chaco (1933, de L. Bazoberry). Desde entonces, el cine boliviano entra en una pausa de más de quince años. Recién hacia finales de la década de 1940 aparecen las primeras películas sonoras y a color como Donde Nació un Imperio (1949, de J. Ruiz y A. Roca), resurgiendo luego la industria cinematográfica a partir de 1952 con la creación del Instituto Cinematográfico Boliviano y dando finalmente el paso al “nuevo cine boliviano” que con fervor daría su grito de vida en la década de 1960. De esos más de quince años oscuros sólo nos quedan estas películas familiares. Aparecen en ellas los grandes hacendados, incluso los “barones del estaño” Simon I. Patiño (retratado en XXX) y Carlos Aramayo (en tres películas atribuidas a su familia, entre ellas la realizada por su Compañía Aramayo de Minas, entre 1941 y 1947), o el presidente Hertzog, quien aparece retratado en siete películas de 1948 cuando visitaba Beni, Potosí y Cochabamba. Pero también la vida en las ciudades, especialmente La Paz de antaño, aquella donde El Prado estaba reservado, casi con exclusividad, a los descendientes de europeos. En estas películas aparece una sociedad que resulta irreconocible al compararla con la actual.

Por sobre todas las cosas, hay algo profundamente emotivo de estas películas. En ellas
experimentamos lo misterioso que develan los rostros anónimos; ese curiosear por la mirilla de lo ordinario, de lo que jamás ha sido documentado oficialmente, del resto de las cosas, lo que generalmente no se anota, lo que no se nota, lo que no tiene importancia: lo que pasa cuando no pasa nada, salvo tiempo, gente, autos y nubes1 filmadas por “alguien como yo”, en las que no se esperan ni buenos ni malos resultados, no hay juicio de mala ni buena técnica. Es la experiencia de espiar como un voyeur en vacaciones.

1 Perec, Georges. Tentativa de agotar un lugar parisino. 1975

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