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El bolillo fatal... o el emblema de la muerte: el hallazgo


Alfredo Jáuregui en El bolillo fatal... o el emblema de la muerte

El ilustre General José Manuel Pando, ex mandatario de la República de Bolivia, muere en junio de 1917. Su cadáver es hallado en la grieta de un cerro en el Kenko en El Alto de La Paz. Se sospecha de asesinato, de crimen político. Un sordomudo oficia de testigo y señala a unos sospechosos: los hermanos Juan y Alfredo Jáuregui, Simón Choque y Nelson Villegas. El proceso judicial dura diez años. Los acusados son declarados culpables y deben someterse a lo que dicta la ley: pena capital. Según la jurisprudencia vigente, cuando son dos los delincuentes condenados y sin llegar a diez, la pena debía sufrirla uno solo de ellos, elegido mediante sorteo. Cuatro bolillos se introdujeron en un ánfora: tres blancos y uno negro. Alfredo Jáuregui, el menor de los cuatro acusados, sacó el fatal. Lo fusilaron el 5 de noviembre de 1927. 

Un director cinematográfico, amateur y pionero, subió a El Alto ese sábado de noviembre con una cámara y latas de película virgen. Luis del Castillo registró los hechos, reveló y montó la película en su laboratorio de San Pedro y la estrenó un mes después en el Cine Princesa. Sería su película más importante, también la última. 

Poco después del estreno, la película fue censurada por la prensa y el poder judicial la hizo desaparecer. Luis del Castillo abandonó la realización cinematográfica y terminó sus días en la pobreza. La injusticia acechó también al resto del proceso: en 1978 el doctor Ramón Salinas Mariaca, sobrino nieto del General Pando, afirmaría que su tío abuelo había fallecido por un ataque cerebral y no por los oscuros móviles del Kenko que llevaron a un inocente al patíbulo.

Digitalización amateur de tres breves secuencias del film

En 2012 una copia de la película de Luis del Castillo aparece en un ex cine de La Paz. El Bolillo Fatal... o el emblema de la muerte muestra los hechos "tomados del natural" que Del Castillo logró registrar aquel sábado. Elige por protagonistas a personajes y acciones que se sitúan en el extremo opuesto del eximio General: la imagen le pertenece a los criminales, a los pobres, a un fusilamiento, a la firma de una sentencia equívoca, "al detalle poco vistoso, al lucimiento de autoridades, lugares, testigos, indios, indias, caseríos miserables" - como se lee en un artículo de La Razón del 18 de diciembre de 1927. Estamos ante imágenes que muestran el peso de la historia de Bolivia, la que ha fusilado gente humilde en nombre de un gran presidente. Ciertamente que en 1927 la película puede haber representado una amenaza para los espectadores y  para la función de espectáculo que se consideraba debía cumplir el cine: entretenimiento liviano de gente rica y culta. Tan lejos pero tan cerca deviene también el 2015, cuando los fusilamientos en vivo y en directo siguen sucediendo, al igual que sus re transmisiones a través de internet y la televisión; de igual manera la injusticia boliviana prevalece y afecta a muchas personas; y qué decir del cine por ricos y para ricos, donde el indio, el pobre, el criminal siguen siendo motivos de su entretenimiento. El poder político y cultural de la época procuró que los hechos se desvanecieran y se olvidaran; pero esta copia sobrevivió intacta y nos (de)vuelve aquella imagen latente de Alfredo Jáuregui, el sonriente joven eterno que la justicia boliviana asesinó. El lugar de las imágenes de Del Castillo es el de la incomodidad. Porque además de ser documento histórico incomparable, es también un espacio que obliga al espectador a reflexionar no tanto en el hecho de que Jáuregüi sea culpable o inocente, sino en cual es el trato que reciben las personas, como la justica puede ser tan inhumana, tan ciega. 

La primera semana de marzo de 2015, finalmente, comenzarán los procesos de recuperación de El Bolillo Fatal... o el emblema de la muerte que, aunque hallada en 2012, no pudo hasta hoy verse en su totalidad al tratarse de una copia única en nitrato, soporte utilizado en los primeros años de la cinematografía, caracterizado por su alta inflamabilidad. La recuperación será realizada en la Filmoteca de la Universidad Nacional Autónoma de México y el Kinetoscopio Monstruo estará presente. 

Esta restauración, así como todo el trabajo que el Kinetoscopio viene realizando, es un tributo al trabajo de Luis del Castillo, Alfredo Jáuregui, Plácido Alí Merlo y a los realizadores de las películas amateurs y familiares - todos ellos olvidados o desconocidos. Lo más importante de nuestro trabajo y de estos maestros fue y será el placer, la curiosidad y una forma de aprender bailando y cantando.


Luis del Castillo. Fotografía tomada del libro Historia del Cine en Bolivia, de Alfonso Gumucio

Un fotograma de El Bolillo Fatal... o el emblema de la muerte


Lata que contenía la película

La tumba de Alfredo Jáuregui en el Cementerio General de La Paz


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Textos y fotografías: María Dominguez y Carolina Cappa


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